Apuntes sobre Inglaterra

Erasmus biologensis, subespecie englishiensis. Cuaderno de bitácora y anecdotario.

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viernes, junio 08, 2007

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Bueno, y no tan últimas. Hace un montón que no apunto nada sobre Inglaterra. Y todo se lo debo a mi naturaleza de vago redomado de la que parece no haber escapatoria posible. La Fuerza de Voluntad hace mucho dejó de hacer fuerza.

Realmente se pueden contar un buen racimo de cosas pero la mayoría de ellas sin trascendencia alguna. Resumiré, pues, todo lo acontecido citando algunos eventos que destacan más de la normalidad.

¿Se acuerdan de los dichosos calli? Pues miren, después de todo, con la esperanza olvidada donde Pandora la dejara, a aquellos agregados celulares les dio por ponerse contentos e hicieron lo que se esperaba de ellos. No sé que diantres hice aquella semana pero debí hacerlo bien. Así que cuando estuvieron rollizos, fueron transplantados. Y dieron hojas. Y cuando las hojas se cortaron de la masa callosa y se transplantaron, aparecieron raíces. ¡Eureka! Habíamos conseguido regenerar plantas transformadas por nuestra querida bacteria Agrobacterium tumefaciens con nuestra proteína mutada. Sin embargo, no tuve tiempo de hacer experimentos más detallados con ellas. Pero estoy contento. Además, por aquel tiempo debía ponerme las pilas; el plazo para escribir y entregar las memorias del proyecto se agotaba. De hecho, no llegué a hacerlo a tiempo así que pedí una extensión; y me la dieron. Dos meses después de esa extensión, había 4 páginas más. ¡Guau, Fernando! ¡Estás hecho un fiera!

Llegaron los exámenes. (Parón total del proyecto). Me presenté después de haber estudiado no más de dos semanas, a razón de 4 horas/día, para tres exámenes bastante potentes. Dejé que Dios hiciera el resto, hasta ahora me funcionado. Y me hace sentir mal, la verdad, porque Dios tiene cosas más urgentes que hacer que ayudar a un vago recalcitrante a aprobar sus exámenes. Pero ya veremos… Las notas vendrán tarde o temprano y con ellas los llantos y los remordimientos. Sí, remordimientos incluso si aprobara, pues dudo que me lo merezca.

Y terminaron los exámenes. Ahora quedaba el proyecto. Y yo haciéndome al longuis. -Lo terminaré antes de regresar a Madrid, y si no vendrá un ángel y lo hará por mí-, pensé. Pero el lunes 28 me entero que mi última fecha es el viernes 1 (después de tres meses con respecto de la oficial, claro). Valeee…Golazo!! Una semana para terminar el 60% de las páginas que aún me restaban para finalizar. ¡Pero lo hice¡ ¡Síii! ¡Chúpate esa, Mundo! Te creías que no podía, ¿eeeh? ¡¿Qué pacha ahora?! ¿Quién es el rey? Y encima va el tutor y me pide una de las imágenes que me curré para ponerla en sus conferencias. ¿Podría pedir más en el caso de que aprobara? Bueno, sí. Que una bella inglesa rubia, católica, hija de un apoderado Lord, refinada, femenina, intelectual, melómana y con ganas de tener tres mochuelos se acercara a mí, en el intermedio de la ópera, y me susurrara, entrecortada por la vergüenza:

- Excuse me Sir, I have… I have… I have been staring at you since the very beginning of the first act, and... and... and I must say... that I am really shocked by your gentleman’s sideboards and your elegant and dashing appearance. And can not repress any longer this need of expressing to you my deepest admiration. I think I might love you as soon as you allow me to enter in your life.

- Thank you very much, my lady, for taking me in such a high consideration. Nevertheless, I must decline your kind offer since my honour wouldn’t let me take advantage of your sudden and uncertain feelings.

(Nota del autor: Al parecer esta táctica del alejamiento es lo que mejor funciona con las mujeres). Después de hacer una inclinación de cabeza, me daría la vuelta esperando su reacción. Y ella entre sollozos me gritaría mientras me distanciaba:

- But Sir! Sir… Wait, Sir! Give me one chance. Let me, for the honour you said you have got, demonstrate to you that what I have just said it is for real. Sir! Sir!...

Y entonces yo me pararía. Pues cuando apelan a mi honor no tengo más remedio que responder. Me volvería, caminando hacia ella, mientras le miro directamente a los ojos. Al llegar de nuevo a su lado le tendería mi mano y le hablaría muy suave y calmo haciéndole sentir el aire de mis palabras en su cuello:

- You have got one chance. Don’t waste it.

Y así terminaría. Evidentemente, todo sería una pose; estaría deseando casarme con ella allí mismo. Pero hay que mantener las riendas por un tiempo. Que después de hechos los votos un hombre no las vuelve a llevar nunca (ni antes tampoco).

Pero en fin. Fantasías de un inepto conquistador. Se me ha pirado la chola pero bien, ¿no?. Ya no sé por dónde iba. Lo voy dejar por ahora. A ver si mañana me acuerdo.