Apuntes sobre Inglaterra

Erasmus biologensis, subespecie englishiensis. Cuaderno de bitácora y anecdotario.

Nombre:

viernes, junio 08, 2007

Una tarde de esas…

Son las nueve y media de la noche. Miro por la ventana y no ha anochecido; aún le queda un ratillo. Está todo muy tranquilo, demasiado tranquilo. Yo adoro la tranquilidad, pero esta tiene un matiz que me inquieta. Escucho, quizás en mal momento pues puede que acentúe este sentimiento, la conmovedora parte final de la ópera Dido & Eneas de Henry Purcell y su magnífica interpretación en danza.



Poca gente por una calle normalmente concurrida. Pero claro, ahora que los estudiantes se empiezan a marchar a casa es algo que no debería extrañar. Pero aún así el ambiente me produce sensación de desasosiego. Unos colores grisáceos se mezclan con un sonido inexistente y el viento mueve de vez en cuando los ramajes acentuando ese aroma de vacío que impregna todo el cuadro pictórico.


Esta tarde he invitado a una pinta a mi tutor y mi supervisor del proyecto. Se supone que era para celebrar la finalización del mismo, pero luego he sabido que el Dr. Jürgen Denecke ha sido ascendido al título de Professor hace unas semanas y que Chris ha obtenido trabajo en un laboratorio. Más motivo para alegrarse y celebrar. Hemos hablado de ciencia. De comida española y destinos turísticos en España. Sin embargo no me he atrevido a sacar la conversación que llevaba una semana preparándome. Quería por todos los medios dejarle claro que me interesaría volver en un par de años a trabajar con él en un proyecto que me interesó desde me hizo partícipe del mismo. Quería decirle que realmente quiero venir a hacer mi doctorado aquí. Quería preguntarle qué posibilidades tenía. Quería y quería y quería… Pero al final como un niño cobarde no he abierto la boca. Pero bueno, qué le vamos a hacer ahora si no es preparase para echarle más huevos la próxima vez.

Así que me he venido para mi habitación y después de un infructuoso tiempo dedicado a ver anime por Internet, me he sentido vacío, angustiado. Con fuertes ensoñaciones de fuga. Y cada cosa en la que pensaba era un problema. -¡Basta ya!-, he pensado. -Tienes muchas cosas que hacer en un futuro próximo como para dejarte llevar por la melancolía absurda que provoca algo no bien definido. Quizás si escribes algo purgues ese estúpido sentimiento-.

Y en esas me encuentro, escribiendo para huir. Solo, temporalmente acabado, después de haber rechazado algún que otro plan para esta noche. Abandonado por mi mismo en mi cueva, como un ermitaño perezoso para hacer le camino. Tiempo tan sólo para mí, una cerveza y un teclado. Entre nosotros tres despejaremos esta neblina emocional que confunde mi percepción y la trastorna sin motivo alguno. Quizás no haya habido nada raro en el ambiente; ni soledad, ni pesadumbre, ni gris éter. Tan sólo mi entendimiento. Sin embargo, hoy ha sido una tarde de esas… Y mañana despertará otro día.